'Daría todo por ti'

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Sophye Alessandra Alvarado Robles

"¿De qué color serán sus ojos? ¿Cómo se sentirá abrazarlo por primera vez? ¡Qué hermoso será escucharlo decir 'mamá' o verlo haciendo alguna travesura!".

Estos pensamientos llenaban la mente de Carolina durante su embarazo en 2018. Sentada en una mecedora en la terraza de su casa en la ciudad de Panamá, tarareaba canciones de cuna mientras disfrutaba del cálido atardecer. Acariciaba suavemente su vientre creciente, dejando escapar sonrisas llenas de ilusión.

A pesar de su entusiasmo por crear recuerdos y momentos con su hijo, su mayor deseo era que el bebé naciera sano. Como madre primeriza, todos le aconsejaban no pensar en escenarios negativos, y ella se repetía a sí misma que todo saldría bien.

Sin embargo, seis meses después, la alegría y las ilusiones se vieron opacadas por lágrimas de preocupación y miedo cuando el doctor le informó que su bebé, Sonni, presentaba una parálisis cerebral discinética. Esta condición afectaría el control de los movimientos de sus manos, brazos, pies y piernas, dificultando su capacidad para sentarse o caminar.

A pesar de que los médicos le dijeron a Carolina que la parálisis cerebral no tenía cura, había tratamientos disponibles. Poco tiempo después del nacimiento, Sonni comenzó sus terapias con éxito, y un año después del diagnóstico, el niño mostraba mejoras notables. Carolina y sus terapeutas estaban contentos con los avances, pero la pandemia cambió drásticamente sus vidas y el tratamiento del niño.

El 25 de marzo de 2020, Panamá anunció una cuarentena total. Las consultas médicas y terapias fueron canceladas y reprogramadas de manera virtual para controlar la propagación del COVID-19 en los hospitales. En medio de esta crisis, el marido de Carolina, un paramédico que trabajaba en un hospital, falleció.

Carolina se sintió devastada, pero sabía que debía mantenerse fuerte. Ahora le correspondía realizar las terapias de Sonni con la orientación de un profesional. Le preocupaba cometer errores que pudieran perjudicar a su hijo, y el riesgo del nuevo virus para el pequeño añadía a su inquietud.

A pesar de estas dificultades, Carolina decidió alquilar su apartamento y mudarse a mi vecindario con sus ahorros, para estar más cerca de los cuidados médicos en caso de emergencia.

Con el paso de los días, llenos de logros, angustia, soledad y preocupación, Carolina aceptó que la pandemia no se resolvería en semanas ni meses. Reconoció que ella era el apoyo más cercano para su hijo, lo que le dio una sensación de seguridad.

El cansancio era evidente en su vida, desde las terapias hasta su trabajo. Su respiración se entrecortaba cada vez que se frustraba por la falta de avances en el tratamiento. A pesar del agotamiento, siempre ofrecía sonrisas llenas de cariño a su hijo, aunque a veces lloraba, como ella misma admitió: "Incluso la persona más fuerte lo hace".

En los momentos más difíciles y oscuros, cuando la desesperanza y la soledad amenazan, es posible salir adelante gracias a las personas que nos motivan y nos aman. Carolina se aferró a la promesa que le hizo a Sonni: "Daría todo por ti". Su determinación, compromiso y amor incondicional hacia su hijo demuestran que el amor de una madre no tiene límites y puede superar cualquier obstáculo.

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